sábado, 15 de noviembre de 2008
Es realmente imponente. El United demostró que cuando sus conexiones están finas y la potencia goleadora no encuentra barreras, puede convertirse en el equipo más fuerte de la Premier.
Pensar que hubo un sólo equipo en el campo hasta podría ser injusto para el mismo equipo dirigido por Sir Alex Ferguson. El Stoke no tuvo ni la oportunidad de respirar en el Old Trafford. La goleada finalizó en un 5-0 pero pudo haber dos o tres goles más todavía.
Fue la fiesta de los 'Red Devils' y la especial ceremonia de Cristiano Ronaldo, quien llegó a la marca de los 100 goles en el equipo inglés, se despachó con dos goles de tiro libre acordes a su calidad futbolística y fue la gran figura de un partido demasiado desparejo.
Ya desde el arranque, el local salió a por la victoria. Algunos simpatizantes todavía ni se habían acomodado en las butacas, cuando Carlos Tevez fue derribado en la cercanía del área y provocaba el inicio del show de CR7.
No era fácil el lanzamiento, pero la violencia y el veneno que tenía aplicado en su rosca produjeron un error infantil de Sorensen y un centenar de festejos del portugués con la camiseta roja.
La ventaja estaba y no había que desperarse con el reloj. Por eso, el Manchester manejó todos los ritmos del partido.
El segundo grito se calentaba en la garganta de los simpatizantes locales, pero no terminaba de cerrar el encuentro. Pero no hay peor golpes psicológicos que convertir en el inicio y en el final de la primera parte. Y el United actuó en consecuencia: Cristiano le cedió un exquisito pase a Carrick, para que con zurda estirara la ventaja y dejara paso a la fiesta de los goles.
En la segunda mitad, las emociones aparecieron rápido. A los 49 minutos, el búlgaro Berbatov hizo olvidar la ausencia de Rooney y convirtió el tercero gracias a una excelente volea cedida por Tevez.
Ya no había duelo posible. Sólo restaba esperar por más genialidades del United. Y así llegó el cuarto, cuando el joven Danny Welbeck marcó su primer gol en la Premier mediante un disparo certero desde fuera del área.
Así y todo, Cristiano todavía se guardaba un conejo en la galera. El hombre dispuso de un nuevo tiro libre a los 89 minutos, y su magia entró en escena, nuevamente. El disparo viajó por encima de la barrera y se posó en la esquina derecha de la portería.
Fue un gigante Manchester y un gigante Cristiano Ronaldo, que no para de hacer méritos para recibir el Balón de Oro.
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